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domingo, 23 de octubre de 2011

El Estudiante, un thriller político

En el ciclo de Cine Latinoamericano que se proyecta en la Cinemateca la embajada Argentina trajo una película imperdible: El estudiante (2011) dirigida por Santiago Mitre. Esta película por demás aconsejable todavía tendrá dos funciones más en la Cinemateca: sábado 29 y el martes 1ero de noviembre. A continuación, de modo disperso, muestro algunos efectos en mí de la película y también trazo algunos rasgos de la trama.

La película El estudiante es una película de crecimiento, de esas en las que un chico descubre un mundo nuevo y aprende a manejarse en él. El estudiante es un viaje ficcional al nacimiento de un político. Vemos al futuro político desde su etapa embrionaria (llega a la universidad sin ningún interés particular), más tarde observamos su nacimiento (sus primerias intervenciones en asambleas política universitaria), sus primeros pasos (“movidas” para encender el fervor político de universitarios) y el uso de las primeras armas que ofrece la política (negociaciones, traiciones, seducciones, trampas, alianzas, el entender la palabra como pura cáscara sin contenido, etc.), llegamos a ver su etapa de esplendor (el estudiante es un operador político eficiente) y finalmente su posible decadencia (la traición, decepción, venganza).

La película entiende al político como a ese sujeto que, más allá de un saber académico, aprende rápidamente y de forma muy hábil asciende dentro de un complejo sistema armado sobre la base de mecanismos corruptos, engranajes donde para sobrevivir es indispensable la traición, el engaño, el uso al otro. En síntesis un sistema donde sobrevivirá solamente el más apto.

La trama es la siguiente: Un chico pueblerino, sin interés alguno por la política menos con un conocimiento sobre ella (dice en varias secuencias narrativas al inicio de la película: “no me gusta la política” o “no hablo de política” o “todos los políticos son iguales”) y le importa menos por lo que acontece en su entorno. El chico pueblerino de nombre Roque luego de haber pasado por varias carreras universitarias en distintas ciudades y universidades argentinas termina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). La universidad es el ámbito donde el personaje irá de a poco descubriendo una nueva práctica en su vida: la política universitaria.

Lo interesante de esta exploración ficcional es que se muestra a Roque como a alguien profundamente aburrido con su decisión de estudiar una carrera. Asiste a clases por la obligación de hacerlo y no por una cuestión de verdadera motivación. Roque se va dando cuenta que aquello de las clases no es lo suyo, no tiene ideas, no participa en las clases, no sabe sobre qué hablan o discuten y paradójicamente hablan de política, pero desde un registro académico. Hay una escena donde se lo ve francamente incómodo sentado en el aula universitaria, escuchando atentamente una discusión pero muy limitado a participar en ella. Para Roque la universidad es un interesante ámbito para conocer chicas y tener sexo con ellas y punto, allá acaban sus motivaciones. Y en ese camino, el de las conquistas y el sexo le va mejor que en las aulas. Pero, algo se insinúa en la película que pese al abundante sexo, el sexo no le apasiona…

Pero también la película muestra ese otro ámbito de aprendizaje: el de las asambleas, el de las plenarias donde se debaten consignas políticas, se definen ternas, estrategias para debilitar a los rivales y conquistar el poder. Es en ese ámbito donde Roque descubre que tiene una idea (ingenua, sí, pero es una idea). Esto le permite iniciar su carrera. Lanzarse a la selva…

Vale la pena que me detenga un momento para resaltar el guiño que realiza la película sobre la formación de un político. Entre líneas la película nos sugiere que el político está disociado del saber académico, del conocimiento, del bagaje histórico, de las herramientas del análisis que proporciona la teoría. El político, según El estudiante, es un ser que tiene un aprendizaje más visceral: tiene que aprender a sobrevivir en un ámbito donde reinan las cucarachas, tiene que aprender a sobrevivir a la sucesión de mentiras, traiciones, roscas, imposturas, negociaciones por la espalda, en fin… Seguramente para el lector estos detalles no aportan novedad alguna, es algo que el sentido común nos dice sobre la política: “es sucia”. Este detalle lo sabemos de antemano lo interesante de la película es que nos muestra esta obviedad poniendo en escena a un estudiante que desde su ingenuidad y sagacidad va descubriendo la podredumbre y empieza a moverse en ella con gran habilidad.

Sutilmente, la película dice también algo respecto al lugar que ocupa la Universidad pública en nuestro universo imaginario (aquellos que estudiamos en la UMSA o nos reconocemos en Roque o visualizaremos a todos los Roques con los cuales nos hemos topado). Las características de las universidades públicas son duales: por una parte la universidad, sirve para formar profesionales e investigadores; por otro, sirve para crear dirigentes políticos (pensemos sólo por dar dos ejemplos: el nefasto Ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez, ex dirigente estudiantil de derecho de la UMSA; lo mismo el chaposito viceministro, el inoperante César Navarro, dirigente estudiantil de la Tomás Frías de Potosí). Ambas formaciones la académica y la de dirigente sindical en el film aparecen imbricadas como un solo juego de poder (y lo son): la ayudantía de hoy será la diputación de mañana.

Hay más detalles que el film muestra sobre la vida universitaria, o más bien que descubre: la mayoría de quienes ingresan lo hacen porque no les queda otra alternativa. La universidad se ha convertido en un enorme, elefantiásico instrumento de control social: la mayoría entra a ella para enriquecer su vida social, por un camino de ascenso social, de interacción social (en los tiempos libres entre materia y materia, el pequeño o gran romance, en la conversación, organización de fiestas, contacto laborales, etc.).

Creo que hay que tener coraje para meterse con la política universitaria y construir un thriller tan asombroso. Para alcanzar ese nivel Santiago Mitre muestra desde los intestinos como se mueve la mierda que constituye la política y es interesante proyectar que en ese microcosmos podemos ver como funciona la política en general, la política Macro esa que tiene el rostro de Evo, de Cristina, de Barack.

La película cuenta con el apoyo de dos grandes cineastas, Mariano Llinás y Pablo Trapero, de los cuales se puede rastrear ciertas huellas suyas en el fil. De Llinás está muy claro, el recurso de voz en off, la forma de narrar de El Estudiante tiene muchos ecos de esa gran pelícual: Historias extraordinarias. Obviamente de TRapero: la configuración de los personajes, las atmósferas...


Veánla...